
Director: John Hillcoat
Reparto: Viggo Mortensen, Charlize Theron, Kodi Smit-McPhee, Robert Duvall, Guy Pearce, Garret Dillahunt, Molly Parker, Michael K. Williams
- "Y, ¿cómo sé que sois los buenos?
-No lo sabes, eso tendrás que averiguarlo"
Debo reconocer que no soy muy aficionada a este tipo de películas futuristas, con paisajes devastados y miseria por todos lados. Pero hace tiempo que había oído hablar de esta película, la última vez que oí a alguien referirse a esta película fue justamente en una reunión de trabajo, hablándonos del cambio y del riesgo. El caso es que, en general, había oído que era buena pero muy dura, así que al final la he visto.
La primera impresión una vez acabada la película ha sido una sensación de cierta repulsión, al fin y al cabo, toda la película transcurre en escenarios destrozados, sin nada para comer, o si comen son cosas ya viejas, repugnantes, por no hablar del canibalismo y de los grupos que se dedican a la caza de personas. Así que es normal que se nos quede el estómago un poquillo traspuesto. Pero, después, pasados esos primeros momentos, y una vez que se rebobina la historia en la cabeza, debo reconocer que me ha parecido una película épica y que conmueve.
Estamos en el 2029 y un padre que tiene como único objetivo salvar a su hijo, todo ello en un mundo devastado y, al menos en apariencia, sin porvenir. Aún así luchará por él, y lo llevará hacia el Sur, hacia la costa, a un lugar en el que sea posible volver a vivir. La película es el relato de un viaje hacia la esperanza, y durante las horas que dura, lo único que vemos es el recorrido de un padre y su hijo por unas tierras áridas y salvajes, donde además de la desolación y el hambre pueden aparecer sorpresas aún más desagradables como asaltantes de caminos o bandas armadas en busca de comida. El peligro es constante, y defender al hijo es la máxima preocupación del hombre.
Es curioso cómo le transmite la esperanza contándole que ellos son los buenos, los que llevan el fuego, y por eso sobrevivirán, llegarán a ese lugar seguro, porque son los encargados de mantener el fuego. Pero, a lo largo del camino, hay veces que el padre se muestra desconfiado o poco generoso con las personas que se encuentran, y el hijo se siente confuso, descolocado entre el mensaje que le transmite el padre y su forma de actuar contradictoria.
En el fondo, la película puede ser como un símil de la vida misma, una aventura, un viaje continuo, en teoría, hacia un mundo mejor, menos inhóspito, pero que no deja de tener sus peligros como la rivalidad entre las personas o el miedo a lo desconocido, y que sólo podrán realizar aquellos que tengan fuerza, esa fuerza que da la esperanza.
Sobre la película: (Fuente: Canal de cine LaHiguera.net)
Cuento épico postapocalíptico acerca de la supervivencia de un padre (Mortsensen) y su hijo (Smit-McPhee) mientras viajan a lo largo de una Norteamérica yerma que se ha visto destruida por un cataclismo misterioso. The Road es una obra maestra, una aventura que imagina con valentía un futuro en el que los hombres se ven empujados a lo peor y lo mejor de que son capaces, un futuro en el que un padre y su hijo se sostienen gracias al amor que se profesan.
Hace más de diez años que el mundo fue destruido por algo que todos ignoran. Podría haber sido un suceso nuclear, o el choque de la Tierra con otra entidad cósmica. O puede que el sol haya implosionado y afectado el planeta como daño colateral de su propia extinción. Cierto día hubo una gran llamarada luminosa, y luego, la nada. La consecuencia de ese cataclismo, fuera lo que fuera, ha significado la desaparición de la energía, de la autoridad y el orden, de la vegetación, de los alimentos. Millones de personas han fenecido, destruidas por el fuego y las inundaciones, o abrasadas en sus propios vehículos, donde se hallaban sentadas cuando aconteció el desastre, o extinguidas por inanición y desespero en una lenta muerte de la civilización tras el colapso de todo orden concebido.
El Hombre (Viggo Mortensen) y el Chico (Kodi Smit-McPhee) – «el uno para el otro, todo cuanto tienen en el mundo,» como el propio McCarthy les describe en su novela, se desplazan con todas sus preciadas posesiones: todo alimento y ropa que puedan garrapiñar, utensilios y herramientas, bolsas de plástico, lonas, mantas y cualquier otra cosa que les mantenga calientes en un exterior gélido, carente de sol y lleno de cenizas por todas partes. Llevan todo eso a sus espaldas y en un carro de la compra equipado con un espejo de bicicleta para poder ver quién se acerca tras ellos. Su desesperado e improvisado equipo de viaje y sus cuerpos sucios y desaliñados les dan todo el aspecto de vagabundos. Y eso es lo que son. Eso es lo que son todos cuantos se hallan en esta frontera inerte.
Mientras avanzan penosamente a pie en dirección al oeste, hacia el océano, recorriendo lo que una vez fue el magnífico sistema de autopistas norteamericano, se ocultan en bosques y en viejas estructuras abandonadas, en cualquier cobijo que puedan improvisar que les mantenga a salvo de los elementos y de las bandas errantes que no pensarían en otra cosa que en despojarles de todo. Se cruzan con toda suerte de gentes desesperadas. Hay una pandilla de carretera, un grupo de hombres duros que de algún modo han logrado hacer funcionar su gran camión articulado. Hay carroñeros y cazadores de todo cuanto se mueve, algunos caníbales bien alimentados que mantienen, en una gran casa encima de una colina, una bodega llena de carne que apenas se identificaría como humana. Y también hay todo tipo de ladrones.
También está el Anciano (Robert Duvall), a quien se encuentran frente a ellos, curvado y arrastrando los pies carretera abajo; camina con la ayuda de un bastón improvisado y calzado con zapatos hechos de trapos y cartones. Aquel hombre le cae bien al chico, que persuade a su padre para que compartan con él algo de la comida y el campamento. El anciano, quien informa llamarse Ely, se muestra igualmente sorprendido con el chico, asombrado de su existencia como padre e hijo lo están de la de él. Les dice que está en la carretera para siempre, y que cuando vio al chico, pensó que había muerto y ascendido al cielo, pues le parecía estar viendo a un ángel.
Incluso en este mundo sombrío, existen momentos de felicidad. En ocasiones, padre e hijo se encuentran con algo de comida largo tiempo olvidada en un armario, o atesorada en un refugio antinuclear. Mientras el padre hurga en un centro comercial abandonado, se topa con una lata de Coca Cola abandonada que ha quedado adherida en las entrañas de una maquina expendedora puesta patas arriba. Cuando el padre le pasa esa delicia al hijo, quien jamás ha podido permitirse algo así, siente alegría ante el asombro del mismo por el sabor dulce y picante de la bebida. Y cuando se encuentran un salto de agua relativamente limpia, ambos se zambullen desnudos sin titubear.
Por otro lado, están los abundantes flashbacks acerca de la vida del padre con su esposa (Charlize Theron) antes del gran desastre, antes de que ella se quitara la vida para no presenciar cómo se la quitaba aquello o aquél que ella sabía estaba a punto de llegar. El hombre se aferra a esos recuerdos, los cuales le alimentan espiritualmente y le ayudan a forzar, más si cabe, su crecientemente frágil cuerpo en su lucha por lograr algo de seguridad para su hijo. El dulce recuerdo de su vida antes del desastre, y de sus días felices en la infancia son algunos de los puntos luminosos que avivan el terreno para él y para el chico.
La bondad innata del muchacho, su compasión, curiosidad y sentido de lo maravilloso, son también focos de luz en esta historia que le recuerdan al hombre por qué debe seguir adelante a pesar de todo, incluso habiendo olvidado el motivo por el que debe hacerlo.
The Road es una historia de aventuras, de terror, una road movie y también una historia de amor entre un padre y su hijo, entre un hombre y su esposa, así como también es la celebración de la inextinguible voluntad de vivir. La cinta resulta una evocación emocionante de la entereza humana, y un examen decidido de las personas en todo lo que tienen de bueno y en todo lo que también tienen de malo.
Para cada mujer y hombre que hayan tenido alguna vez un hijo, para cada hijo, The Road será un viaje dentro del espíritu humano. Se trata de una historia de supervivientes en la que los héroes llevan el fuego de la fuerza vital que mantiene la esperanza viva, a pesar de todo.
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